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miércoles, 30 de octubre de 2013

Leer te da vida. ¿O debería decir vidas?


No leo porque haya renunciado a la vida. 
Leo porque una sola vida simplemente no es suficiente para mí.
Abbas Al-Akkad

Y dicho de otro modo...




sábado, 12 de octubre de 2013

La primera palabra de Mara

Hay quien piensa que nuestra primera palabra 
revela lo que haremos en la vida”.

Con esta reflexión existencial empieza una interesante pieza de la más reciente literatura infantil española: “La primera palabra de Mara” (Narval, septiembre de 2010).

Sinopsis:
Mara está a punto de cumplir un año. Todo su entorno está expectante, anhelando la primera palabra que salga de sus labios. ¿Cuál será?





Autores:

    Ángel Domingo (texto)                 Miguel Tanco (ilustración).




Ángel Domingo (España, 1975)


Periodista, escritor y profesional inquieto, compagina su labor como responsable de comunicación de la agencia Pencil Ilustradores con colaboraciones en  diferentes medios de comunicación, redacción de contenidos web, guiones y discursos y con su faceta de formador en oratoria. Publicó ‘La primera palabra de Mara’ en 2010, tras firmar tres libros escolares sobre personajes históricos: ‘Isabel, una reina para el futuro’, ‘Colón, un navegante en los mares de Castilla’ y ‘Rodrigo, un caballero de leyenda’. Su última obra es ‘Descubrir Madrid’.

En su blog personal (atticusfinch.es) une dos de sus pasiones: la oratoria y el cine.

Miguel Tanco (España, 1972)
Es un ilustrador con amplísima trayectoria en la literatura infantil, dando vida a publicaciones de múltiples editoriales, como ‘Cuentos para dormir y soñar’ (SM, 2013), El papá que no sabía contar cuentos, (Pintar-Pintar, 2012), Caperucita Roja, (Edelvives, 2009), entre muchos otros.

Su formación como ilustrador se desarrolló en Nueva York y Sarmende (Italia), trabaja desde Milán para editoriales de todo el mundo y también es formador.

Fue seleccionado en la Feria del Libro de Bolonia (2010-2012), en la exposición de Ilustración Sarmede 2010 o la feria del libro de Saarbrucken 2009-2010.  Obtuvo una mención especial en el Children’s Show N.º 9 of 3×3 Magazine of Contemporary Illustration (Estados Unidos) y otra mención  de The Society of Illustrators of Los Angeles para Illustration west 51


El libro
“La primera palabra de Mara” fue publicado por la editorial Narval en 2010, y el pasado mes de fue traducido al portugués, al ser comprados los derechos por la editorial brasileña Jujuba.

Es un álbum ilustrado en el que la historia y la ilustración se dan la mano, y abren la que les queda libre para ofrecérsela a los lectores e invitarles a participar. 

Por eso, los autores son responsables al 50% de la obra, ya que el texto pierde sentido sin la ilustración, y viceversa. Y así lo presentan,  en uno de los numerosos guiños que se pueden descubrir en el libro. El título sobre Mara, y los nombres de los autores debajo de la madre y el padre, respectivamente.

El libro está trabajado por escenas a doble página, como si se tratase de un storyboard de una película. Cada doble página funciona por sí misma, tiene sus protagonistas, su escenario y su propio fragmento de argumento, que los niños pueden analizar, valorar, comentar. Desde los dibujos en sí mismos, ver qué elementos se han incluido y cuestionarse por qué, qué aportan a la historia, hasta las expresiones de los personajes.

En el aspecto formal, son especialmente llamativos el cromatismo y la tipografía.

Familia materna y paterna de Mara


El color de los fondos marca los contextos, nos permite imaginar en qué habitación se desarrolla la escena, o qué momento del día es. 

Hermano de MaraLos personajes también se diferencian por colores, de modo que los niños pueden identificar fácilmente por el tono de su indumentaria y otros detalles de su fisonomía a qué “bando” pertenece cada uno (al de mamá o al de papá). 

Y también les permite preguntarse por qué hay personajes que no pertenecen a uno o a otro. ¿Qué tienen de especial?



El primo del No
La tipografía es otro elemento a destacar en esta obra. Fue creada especialmente por Miguel Tanco para el libro. Se digitalizó y se le dotó de un cuerpo grande pensando en el lector infantil. 

En este punto, debemos señalar que no es una tipografía fácil para un lector inexperto (primer ciclo de primaria), pero ofrece un punto de diversión (“es una letra juguetona”, según los autores), para que un lector de 8 ó 9 años pueda leerlo y no se aburra.





La musa.
Toda historia tiene un origen, y “La primera palabra de Mara” no es una excepción. Mara existe, es la hija de unos amigos de Ángel Domingo, y era la destinataria de unas cartas que protagonizaban una colaboración en la SER de Valladolid. En cada programa de “A vivir que son dos días”, Domingo le iba explicando a la pequeña cómo funciona el mundo. Los curiosos pueden encontrar las cartas en el blog Un mundo con Mara.

Una de ellas, motivada por un alto al fuego de ETA, trataba sobre la fuerza del diálogo frente al arma, sobre la importancia de las palabras. Esa carta terminaba con una frase: “… Y yo me pregunto… ¿Cuál será tu primera palabra?”

Volviendo a la primera frase del libro y de este artículo, Ángel Domingo le fue dando vueltas a la trascendencia de esa primera palabra, a cuáles son las primeras palabras típicas de los bebés (papá, mamá…) y fue consciente de que un mínimo cambio de fonemas puede ser determinante.

El autor cuenta mucho mejor la historia en su blog personal.


Destinatarios.
Aunque las librerías cataloguen el libro en un determinado tramo de edad (se puede ver en “a partir de 3”, en “de 5 a 8”…) lo cierto es que ‘La primera palabra de Mara no fue concebido para una franja en concreto.

Es un cuento que se puede ofrecer tanto a alumnos de infantil como de primaria, y que también pueden disfrutar los padres. Cada grupo tendrá forma de abordar la  lectura, realizará una interpretación diferente del libro y disfrutará de unos aspectos u otros del mismo.

Los más pequeños se fijarán más en el aspecto familiar, en lo que les resulta más próximo. Y se reirán sin más cuando descubran cuál es la primera palabra de Mara.

Los niños un poquito más mayores, que se empiezan a enfrentar a problemas de socialización, encontrarán interesante el punto de rebeldía del primo, la intención gamberra del hermano, o el libre albedrío de una niña que cumple un año.

La interpretación dependerá no sólo de la edad, sino también de la situación familiar de cada niño: si tienen hermanos pequeños o mayores, les hará indagar en sus recuerdos o investigar en su entorno sobre su propia primera palabra.

En cuanto a los adultos: papás, mamás, familiares diversos…., este cuento presenta una tierna oportunidad para reflexionar sobre el amor, la generosidad o la presión que se ejerce sobre los niños con expectativas de todo tipo. Al fin y al cabo, sin hacemos caso a la reflexión que abre la historia, ¿qué futuro queda marcado para Mara a partir de su primera palabra?



Actividades complementarias a la lectura.
Presentamos algunas ideas de actividades que se pueden realizar en el aula en relación a la lectura del libro:

-   - Actividades previas a la lectura:
o   Investiga, pregunta a tus padres, abuelos, tíos… ¿Cuál fue tu primera palabra? ¿Cuál te hubiera gustado que fuese tu primera palabra y por qué?
o   Asamblea-debate: la importancia de las palabras.
o   Vamos a jugar con las palabras: crear cuentos a partir de una palabra que se saca al azar de una caja (tal y como hicieron los autores en algunas de las presentaciones del libro en librerías infantiles).

- - Lectura: Por qué no plantear una lectura teatralizada, involucrando a los niños para que se pongan en el lugar de unos personajes y otros, intenten adivinar cuál será la palabra y al final, coreen todos LA palabra. Les encantará que el profesor les deje decir a voz en grito precisamente esa palabra.

Otra opción es organizar una auténtica representación teatral, ya que la historia se presta a ello. Se puede trabajar de dos maneras: con un grupo de alumnos de la clase, o bien con un grupo formado por niños de diferentes edades para dar vida a los distintos personajes.  Será muy importante la puesta en escena y los colores del vestuario para identificar a cada personaje.

Actividades posteriores a la lectura:

o   Busca un adjetivo para describir a:
La familia de mamá y la familia de papá
-  Mamá
-  Papá
-  Mara
-  El hermano
-  El primo

o   ¿Con qué personaje te identificas más? ¿Por qué?

o   Si fueras el hermano de Mara… ¿qué le dirías al oído para que fuese su primera palabra?



En definitiva, La primera palabra de Mara es una lectura deliciosa que ofrece numerosas posibilidades para trabajar en los dos primeros ciclos de educación primaria. Pero sobre todo, que disfrutarán muchísimo nuestros alumnos.


Qusiera agradecer dos cosas: la disponibilidad y disposición de Ángel Domingo para comentar el libro y contarnos su intrahistoria. Y a ambos autores, por sus dedicatorias hace dos años en la Feria del Libro de Madrid, que convirtieron nuestro ejemplar de "La primera palabra de Mara" en una pieza única.




sábado, 5 de octubre de 2013

La literatura infantil, ¿herramienta educativa o regalo?

Es difícil creer que alguien hoy en día pueda considerar la literatura infantil como un género menor.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, se editaron en 2012 unas 5.000  publicaciones infantiles. Esto supone que de todas las publicaciones que tuvieron lugar el pasado año, un 7,2% estaban destinadas a los niños (fuente: INE, Nota de prensa “Estadística de la producción editorial 2012” 19 de marzo de 2013).  

Del total, sólo 3 de cada 10 obras son literarias. Sin embargo, en el caso de los libros o folletos infantiles (aquellos que tienen menos de 50 páginas) este porcentaje sube hasta un 81%. Desde luego, la literatura infantil es un género con entidad propia, pero ¿a qué se debe?

No cabe duda de que el ámbito escolar es fundamental, pero tanto o más aún lo es el entorno doméstico. Como sucede en otros ámbitos, el ecosistema educativo que forman familia, escuela y agentes externos tiene una influencia determinante en que se demande literatura infantil. Y en este caso concreto, en nuestra opinión, cada uno de los elementos que lo conforman tienen un peso similar, por lo que los docentes y las familias tienen que tener comunicación y coordinar los estímulos que ofrecen a los niños: contenidos, actividades, etc.

Vamos a empezar por la familia. Bajo la doble visión de docente y madre, educadora al fin y al cabo, es obvia la importancia de que los niños convivan de forma natural con la literatura en sus hogares. Según el Anuario Iberoamericano sobre el Libro Infantil y Juvenil 2012 de la editorial SM, un 90% de la población se considera lectora y un destacable 98% de los progenitores considera “fundamental” que sus hijos lean.

La puerta de entrada a la literatura lo dan los niños a través de la paraliteratura. Principalmente a través de los “cuentos para ir a dormir”, en su mayoría cuentos folckóricos adaptados de distinta manera. Aquí debemos señalar que los altísimos porcentajes del estudio de la editorial SM contrastan con un dato preocupante que daba a conocer ABC a mediados de septiembre en el artículo “Los padres que leen un cuento a sus hijos todas las noches, en peligro de extinción”. Según un estudio británico (no cita la fuente) sólo un 13% de los padres de niños entre 0 y 7 años leen una historia a sus hijos antes de ir a dormir.

Otro ejemplo claro son los numerosos libros editados con el fin de enseñar a los niños de infantil los colores, las formas, a contar… o en primaria para perfeccionar la lectoescritura, o enseñarles historia o ciencias naturales a través de imágenes atractivas y textos narrados. Tienen un objetivo específico más allá del meramente artístico y no cuentan una historia de ficción. Distinguir literatura y paraliteratura ha sido uno de los aprendizajes de este módulo, ya que no habíamos reparado en la diferencia antes de leer el bloque de contenido sobre “Literatura infantil”

En cualquier caso, se trate de literatura o paraliteratura, es importante que los niños se familiaricen con los libros, de cara a sembrar el amor por la lectura, crear hábitos y facilitar también la labor de los docentes. 

Sería aconsejable que los padres dediquen a leer a sus hijos, pero también a leer con los niños. En este sentido, no nos referimos sólo a que lean juntos el mismo cuento, sino también a que los niños vean a sus padres leer novelas, poesía… y que se hable de lo que se lee como parte de las conversaciones familiares habituales. ¿Por qué no contarle al niño la historia que estamos leyendo si muestra curiosidad? 



No es muy difícil convertir una novela interesante en un cuento infantil, adaptando el lenguaje, la presentación de los personajes y los escenarios para que puedan ser relacionados por los niños con elementos que les resulten familiares. Nuestros últimos experimentos: Los Hijos de la Tierra de Jean M. Auel, La Historia Interminable o Momo, de Michael Ende. El resultado es espectacular: identificación con los protagonistas, indagación en los detalles, anticipación de qué vendrá después… interés, al fin y al cabo.

Será una recomendación que haré a los padres de mis alumnos, ya que los niños reproducen los comportamientos que observan en sus referentes. Aprendizaje vicario, en términos de Albert Bandura. Los hijos de padres que leen tendrán más probabilidades de ser lectores a su vez, y la tarea de sus maestros será sin duda más sencilla.

Y con esto pasamos al ámbito escolar. La lengua y la literatura se han asentado en los currículos de educación no sólo como materia, sino que la ley vigente (Ley Orgánica de Educación 2006) establece la creación de hábitos de lectura como uno de los objetivos de etapa de educación primaria, establece la competencia lingüística como una de las prioridades transversales que los alumnos deben trabajar e incluye un tiempo mínimo diario de 30 minutos de lectura.

El año pasado tuve la oportunidad de pasar unas semanas de prácticas en el Colegio La Salle Maravillas (4º de primaria), donde cuentan con un programa de comprensión lectora, un concurso anual de cuentos en los que participan todos los ciclos de la etapa, talleres de teatro y diferentes iniciativas para animar a la lectura. Todas las clases cuentan con su propia biblioteca. Uno de los hábitos que más me llamó la atención (y lo guardé como nota mental para aplicar en el futuro) es que los niños que iban llegando temprano a la clase, se sentaban en sus sitios, sacaban un libro y se ponían a leer hasta que llegaba el resto de compañeros, sonaba el timbre y comenzaba la clase.

No se trata (sólo) de una manera de conseguir que los alumnos estén en silencio y concentrados para cuando la maestra les daba los buenos días, sino que los resultados se perciben en diferentes ámbitos.

En primer lugar, directamente relacionados con la materia en sí: riqueza lingüística y amplitud de vocabulario, corrección gramatical, buena capacidad de expresión y altas dosis de creatividad.

Además, la literatura infantil es una excelente herramienta educativa para facilitar el aprendizaje de cualquier materia. Recuerdo que cuando cursaba sexto de EGB aprendí toda la mitología griega porque escribí una obra de teatro en que los personajes eran los dioses griegos y además interpreté a una de las parcas. También conocí las costumbres de la España rural gracias a los textos en prosa o verso de Machado o Lorca (aunque esto fue más bien en BUP).

Pero mucho más allá del aprendizaje significativo de determinados datos o informaciones, los distintos géneros literarios ayudan a los niños a practicar y mejorar aptitudes y destrezas que inevitablemente necesitarán en su vida personal y profesional.

Los textos de ficción y las poesías llevan a los niños a lugares más allá de su realidad cotidiana, les ayudan a ampliar su universo, y les ayudan a desarrollar la imaginación, tan necesaria después para solucionar problemas de forma creativa. Lo expresa de maravilla esta frase, incluída en el programa de Liber, la Feria Internacional del Libro que tuvo lugar en octubre en Madrid Arena:


"La teletransportación existe. 
Si no, que se lo pregunten a cualquier buen lector". 


Además, la literatura contribuye a desarrollar la inteligencia emocional, tal y como se explica en el bloque cuando se hace referencia al niño protagonista en las novelas de autor. También a afrontar conflictos de valores y a aprender a diferenciar el bien del mal. 

Participar en una obra teatral, con sus ensayos y representaciones, fomenta la memoria, ayuda a los niños a socializarse y trabajar en equipo, ya que en una compañía cada uno desempeña su papel al servicio de un proyecto global. También a desarrollar la empatía, al ser capaces de ponerse en la piel de otros personajes, con sus personalidades y opiniones, diferentes a las propias. Y algo muy importante, a lo que no se presta suficiente importancia en los currículos y los planes de estudio: a hablar en público ante un auditorio. Esta es una práctica fundamental, porque después de abandonar el centro educativo descubrirán que los exámenes más importantes de la vida no son por escrito. Necesitarán saber defender sus proyectos, negociar contratos y persuadir a otros de sus ideas.

A pesar de que cada género literario abre dimensiones diferentes al aprendizaje de los alumnos, es complicado encontrar un equilibrio a la hora de utilizar los tres en el aula. Sin duda, la variedad de recursos en prosa que poesía y teatro concebidos específicamente para niños de primaria. 
Por supuesto, el maestro debe ser consciente del contenido de las piezas que plantea dentro de su aula, teniendo en cuenta la adecuación al tramo de edad, los temas tratados, la calidad de la obra y las posibilidades que ofrece. Es importante conocer de antemano los textos y realizar las correspondientes propuestas didácticas para trabajar con unos objetivos definidos y poder orientar correctamente a los alumnos.

Para no tener que recurrir a los libros "de siempre", el maestro o maestra puede encontrar ideas en algunas de estas webs, que informan sobre novedades en literatura infantil y juvenil: 

Sitio web de la Asociación Española de Comprensión Lectora
En la sección Planeta Libros hay un apartado de Recomendados LIJ, donde se hace una breve ficha con título, autor, editorial, sinopsis y anotaciones, que pueden dar pistas sobre el atractivo e idoneidad del libro en cuestión.

También se pueden consultar los sitios web de editoriales, como Almadraba Infantil y Juvenil, o la editorial SM, agrupa sus recomendaciones y novedades por grupos de edad, con una sección específica que abarca toda la etapa de educación primaria (6-12 años). Además, tiene un buscador con dos criterios: edad y tipo de libro, con lo que es posible realizar una búsqueda más afinada. Permitidme decir que me ha hecho mucha ilusión hacer una búsqueda de un libro para 9 años (2º ciclo) basado en personajes, y he descubierto que Fray Perico sigue haciendo de las suyas en las librerías infantiles. Cosas que le hacen ilusión a una antigua lectora...

El grupo de investigación de literatura infantil y juvenil y educación literaria de la Universidad Autónoma de Barcelona también tiene una sección de recomendaciones en su web, en la que realizan sugerencias de libros en castellano y catalán, indicando la edad idónea de los destinatarios.

Son sólo algunas fuentes, pero googleando "novedades LIJ" sale una buena cantidad de referencias donde indagar.

Como conclusión, estoy de acuerdo con Irune, ofrecer un libro para su lectura ha de ser un regalo. Un regalo que se hace pensando en quien lo va a recibir, y la riqueza que de él va a extraer. Este es el reto que debe plantearse cada día un buen maestro.

Para la pregunta que planteamos en el título, entonces, sólo se nos ocurre una respuesta. 

Literatura infantil, ¿herramienta educativa o regalo? AMBOS.

jueves, 3 de octubre de 2013

Palabras Azules

Un descubrimiento, gracias a Twitter (@Palabrasazules_)


Se trata de un proyecto colaborativo en el que participan, con distintos niveles de implicación, docentes vinculados a las materias de lengua y literatura. En su web podéis encontrar diferentes recursos, secuencias didácticas, propuestas en general para animar a los alumnos a leer y escribir, a ser creativos.

Para animaros a seguirlo, os invito a leer esta maravillosa historia, adaptada de "Three letters from Teddy", de Elizabeth Silance Ballard, publicada en  otro blog dedicado a la educación, La mariposa y el elefante, y que Palabras Azules compartió ayer en Twitter (aunque copie el texto, os dejo también el enlace al original en los vínculos de la derecha, merece la pena).


A todos los “profes”… ¡Feliz despertar!

Aquella mañana  la señorita Thompson fue consciente de que había mentido a sus alumnos. Les había dicho que ella les quería a todos por igual pero, acto seguido se había fijado en Teddy, sentado en la última fila, y se había dado cuenta de la falsedad de sus palabras.

La señorita Thompson había estado observando a Teddy el curso anterior y se había dado cuenta que no se relacionaba bien con sus compañeros y que tanto su ropa como él parecían necesitar un buen baño. Además el niño acostumbraba a comportarse de manera bastante desagradable con sus profesores. Llego un momento en que la señorita Thompson disfrutaba realmente corrigiendo los deberes de Teddy y llenando su cuaderno de grandes cruces rojas y bajas puntuaciones. Sin duda era lo que merecía por su dejadez y falta de esfuerzo.

En aquel colegio era obligatorio que cada maestro se encargara de revisar los expedientes de los alumnos al inicio de curso, sin embargo la señorita Thompson fue relegando el de Teddy hasta dejarlo para el final. Sin embargo al llegarle su turno, la profesora se encontró con una sorpresa. La profesora de primer curso había anotado en el expediente del chico: “Teddy es un chico brillante, de risa fácil. Hace sus trabajos pulcramente y tiene buenos modales. Es una delicia tenerle en clase.” Tras el desconcierto inicial, la señorita Thompson continúo leyendo las observaciones de los otros maestros. La profesora de segundo había anotado, “Teddy es un alumno excelente y muy apreciado por sus compañeros, pero tiene problemas en seguir el ritmo porque su madre está aquejada de una enfermedad terminal y su vida en casa no debe ser muy fácil.” Por su parte el maestro de tercero había añadido: “La muerte de su madre ha sido un duro golpe para él. Hace lo que puede pero su padre no parece tomar mucho interés, sin no se toman pronto cartas en el asunto, el ambiente de casa acabará afectándole irremediablemente.”. Su profesora de cuarto curso había anotado: “Teddy se muestra encerrado en sí mismo y no tiene interés por la escuela. No tiene demasiados amigos y, a veces, se duerme en clase.

Avergonzada de sí misma, la señorita Thompson cerró el expediente del muchacho. Días después, por Navidad, aún se sintió peor cuando todos los niños le regalaron algunos detalles envueltos en brillantes papeles de colores. Teddy le llevó un paquete toscamente envuelto en una bolsa de la tienda de comestibles. En su interior había una pulsera a la que faltaban algunas piedras de plástico y una botella de perfume medio vacía. La señorita Thompson había abierto los regalos en presencia de la clase, y todos rieron mientras enseñaba los de Teddy. Sin embargo las risas se acallaron cuando la señorita Thompson decidió ponerse aquella pulsera alabando lo preciosa que le parecía, al tiempo que se ponía unas gotas de perfume en la muñeca. Teddy fue el último en salir aquel día y antes de irse se acercó a la señorita Thompson y le dijo: “Señorita, hoy huele usted como solía oler mi mamá.”

Aquel día la señorita Thompson quedó sola en la clase, llorando, por más de una hora. Aquel día decidió que dejaría de enseñar lectura escritura o cálculo. A partir de ahora se dedicaría a educar niños. Comenzó a prestar especial atención a Teddy y, a medida que iba trabajando con él, la mente del niño parecía volver a la vida. Cuánto más cariño le ofrecía ella, más deprisa aprendía él. Al final del curso, Teddy estaba ya entre los más destacados de la clase. Esos días, la señorita Thompson recordó su “mentira” de principio de curso. No era cierto que los “quisiera a todos por igual”. Teddy se había convertido en uno de sus alumnos preferidos.

Un año después la maestra encontró una nota que Teddy le había dejado por debajo de su puerta. En ella Teddy le decía que había sido la mejor maestra que había tenido nunca.

Pasaron seis años sin noticias de Teddy. La señorita Thompson cambió de colegio y de ciudad, hasta que un día recibió una carta de Teddy. Le escribía para contarle que había  finalizado la enseñanza superior y para decirle que, continuaba siendo la mejor maestra que había tenido en su vida.

Unos años más tarde recibió de nuevo una carta. El niño le contaba como, a pesar de las dificultades había seguido estudiando y que pronto se graduaría en la universidad con excelentes calificaciones. En aquella carta tampoco se había olvidado de recordarle que era la mejor maestra. Cuatro años después, en una nueva carta, Teddy relataba a la señorita Thompson como había decidido seguir estudiando un poco más tras licenciarse. Esta vez la carta la firmaba el doctor Theodore F. Stoddard, para la mejor maestra del mundo.

Aquella misma primavera, la señorita Thompson recibió una carta más. En ella Teddy le informaba del fallecimiento de su padre unos años atrás y de su próxima boda con la mujer de sus sueños. En ella le explicaba que nada le haría más feliz que ella ocupara el lugar de su madre en la ceremonia.

Por supuesto la señorita Thompson aceptó y acudió a la ceremonia con el brazalete de piedras falsas que Teddy le regalará en el colegio y, perfumada con el mismo perfume de su madre. Tras abrazarse, Teddy le susurró al oído: “Gracias, señorita Thompson, por haber creído en mí. Gracias por haberme hecho sentir importante, por haberme demostrado que podía cambiar.”

Visiblemente emocionada, la señorita Thompson le susurró: “Te equivocas, Teddy, fue al revés. Fuiste tú el que me enseñó que yo podía cambiar. Hasta que te conocí, yo no sabía lo que era enseñar.”


El texto se comenta solo, ¿verdad? Y la emoción... cada uno la experimenta a su manera. A mí me llegó al corazón, y por eso os lo dejo aquí.